| Descripción |
En 1972, después de haber pasado unos años en París a finales de los años sesenta, Francesc Torres se trasladó a Chicago. El artista, muy joven (tenía 20 años cuando realizó esta obra), exploraba entonces diferentes lenguajes y herramientas creativas. En España había formado parte del Grup de Treball, pionero en España en el terreno del arte conceptual políticamente comprometido, y aún mantenía contactos con sus integrantes desde Estados Unidos. La obra que realiza en 1972 y 1973 es, en esta línea conceptual adoptada ya en París mientras trabajaba como ayudante de Piotr Kowalski, muy variada, pero presenta algunas características comunes: la geometría como estructura básica de las piezas, la atención a los fenómenos atmosféricos, el desarrollo temporal de los proyectos (en secuencias de fotografías) y el factor performativo, en el que lo corporal pesa cada vez más.
En esos momentos su pareja era la artista Angels Ribé, que actuó como fotógrafa en esta pieza y en otras en las que Torres ejecuta una acción ante la cámara. El espacio en el que ésta se desarrolla es el domicilio que ocupaban, y es el escenario de otras secuencias de fotografías como Trazando una diagonal, Calendario, Sustracción de peso (del edificio) y Análisis perceptual de las tres dimensiones (Tres puntos de vista), que comparten con la perteneciente a la colección de la Comunidad de Madrid la traslación de las formas geométricas desde el dominio de lo abstracto a la esfera cotidiana, a la experiencia física y corporal.
Torres, cual hombre del Renacimiento, rastrea la presencia de las matemáticas en el universo visible, y el triángulo es, tal vez por su dinamismo, su polígono predilecto: en Chicago, por ejemplo, fotografía triángulos de luz en los edificios o dirige nuestra atención a la Relación entre el triángulo y el acto de caminar. El artista confiere cualidades volumétricas, táctiles, a la planitud de las figuras geométricas simples; la escultura había sido poco antes, por influencia de Kowalski, un ámbito privilegiado de experimentación para Torres, que produjo una serie de esculturas "recortables". En consonancia con ellas, frente a la sofisticación técnica de algunas de sus obras posteriores, ya de madurez, en el trabajo de estos años predomina la manualidad y la sencillez; así, la "tridimensionalidad" a la que alude el título de la obra resulta del simple acto de despegar una cinta adhesiva del suelo. Por otra parte, el ejemplo de Vito Acconci, artista que tiene cierto ascendente sobre él en esta etapa, le invita a la teatralización (a través de la "representación" corporal) de los problemas plásticos, así como a utilizar la secuenciación de imágenes, habitual en la documentación del primer accionismo. (Texto de Elena Voz Mediano, Catálogo Colección CA2M, 2010).
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